Published in Barcéloner (July 2007).
Historia de la Música Electrónica (1)
Para la mayoría, el término música electrónica evoca un sonido de tintes muy concretos: música repetitiva, que retumba violentamente a pulso uniforme, de timbres hipnóticos, pensada para inducir un cierto estado de trance en los jóvenes fiesteros que pueblan las discotecas durante los fines de semana. Los más enterados no la asocian necesariamente con los ritmos machacones del tecno o el bakalao, conocedores como son de otros estilos musicales con efectos contrarios a los anteriores, como el ambient o la música de chill-out. Pero la música electrónica es mucho más.
¿Qué entendemos por "Música Electrónica"?
La música electrónica incluye prácticas musicales tan diferentes entre sí que resulta imposible encontrar algún rasgo estilístico común a todas ellas. Intentar reducir este fenómeno a una estética única resultaría, pues, una tasca fútil, a la vez que un escollo en la apreciación de su apasionante historia.
A pesar de ser una parcela artística con apenas un siglo de edad, el hecho de haberse desarrollado paralelamente a los avances en tecnología del grabación y reproducción del sonido que acontecieron durante el siglo 20 la convierte en uno de los campos de creación más inquietos y de más rápida evolución que la historia ha presenciado. Es esta asociación entre música y tecnología lo que define de manera inconfundible la música electrónica, que no puede entenderse como una estética o sonido concretos, sino más bien como una actitud, como un particular posicionamiento del artista en relación a la tecnología a su disposición. En esta serie que ahora empieza, definiremos como música electrónica toda música producida mediante dispositivos electrónicos.
Los Pioneros
Corría el año 1759 cuando el monje jesuita Jean-Baptiste de la Borde diseñó el primer instrumento electrónico documentado.
Basado en los conceptos electrostáticos disponibles en la época, el Clavecin Électrique, parecido a un clavicémbalo, era un teclado que, a través de la presión ejercida sobre sus teclas, activaba unos pequeños disparadores que hacían vibrar unas campanillas en su interior.
En 1877, en medio del fecundo ambiente creativo experimentado durante el desarrollo industrial americano, Thomas Edison ideó el fonógrafo, el primer dispositivo de reproducción del sonido. Sería difícil exagerar al describir la importancia que este invento tuvo para la escucha, la composición y la comercialización de la música; podríamos decir que el fonógrafo posibilitó la transformación de la música en bien de consumo, inaugurando su adopción por parte de la cultura de masas.
En 1897, el inventor genial y músico Thaddeus Hill diseñó y patentó, entre otras cosas, la primera máquina de escribir eléctrica, así como lo que podríamos considerar el primer sintetizador de la historia: el Telharmonium, a veces también conocido como Dynamophone. El dispositivo electromecánico original tenía ya serios inconvenientes: pesaba unas siete toneladas y transportarlo requería de varios coches.
Sucesivas mejoras a lo largo de diez años desembocaron, en 1907, en el modelo final, que pesaba unas doscientas toneladas y ocupaba una habitación entera llena de cables y altavoces. El Telharmonium usaba unas ruedecillas fónicas para generar sonidos musicales, que eran amplificados mediante tubos cónicos. Su teclado tenía 36 notas por octava, que podían afinarse para adaptarse a diferentes tipos de entonación. Los testimonios de la época dan fe de la pureza de su sonido y de su facilidad para imitar el timbre de instrumentos orquestales como la flauta, el clarinete o el violoncelo. A pesar de su validez artística, su peso, talla y consumo energético contribuyeron a hacer el Telharmonium inviable económicamente y a la larga empujaron a Cahill a la bancarrota.
Historia de la Música Electrónica (1)
Para la mayoría, el término música electrónica evoca un sonido de tintes muy concretos: música repetitiva, que retumba violentamente a pulso uniforme, de timbres hipnóticos, pensada para inducir un cierto estado de trance en los jóvenes fiesteros que pueblan las discotecas durante los fines de semana. Los más enterados no la asocian necesariamente con los ritmos machacones del tecno o el bakalao, conocedores como son de otros estilos musicales con efectos contrarios a los anteriores, como el ambient o la música de chill-out. Pero la música electrónica es mucho más.
¿Qué entendemos por "Música Electrónica"?
La música electrónica incluye prácticas musicales tan diferentes entre sí que resulta imposible encontrar algún rasgo estilístico común a todas ellas. Intentar reducir este fenómeno a una estética única resultaría, pues, una tasca fútil, a la vez que un escollo en la apreciación de su apasionante historia.
A pesar de ser una parcela artística con apenas un siglo de edad, el hecho de haberse desarrollado paralelamente a los avances en tecnología del grabación y reproducción del sonido que acontecieron durante el siglo 20 la convierte en uno de los campos de creación más inquietos y de más rápida evolución que la historia ha presenciado. Es esta asociación entre música y tecnología lo que define de manera inconfundible la música electrónica, que no puede entenderse como una estética o sonido concretos, sino más bien como una actitud, como un particular posicionamiento del artista en relación a la tecnología a su disposición. En esta serie que ahora empieza, definiremos como música electrónica toda música producida mediante dispositivos electrónicos.
Los Pioneros
Corría el año 1759 cuando el monje jesuita Jean-Baptiste de la Borde diseñó el primer instrumento electrónico documentado.
Basado en los conceptos electrostáticos disponibles en la época, el Clavecin Électrique, parecido a un clavicémbalo, era un teclado que, a través de la presión ejercida sobre sus teclas, activaba unos pequeños disparadores que hacían vibrar unas campanillas en su interior.En 1877, en medio del fecundo ambiente creativo experimentado durante el desarrollo industrial americano, Thomas Edison ideó el fonógrafo, el primer dispositivo de reproducción del sonido. Sería difícil exagerar al describir la importancia que este invento tuvo para la escucha, la composición y la comercialización de la música; podríamos decir que el fonógrafo posibilitó la transformación de la música en bien de consumo, inaugurando su adopción por parte de la cultura de masas.
En 1897, el inventor genial y músico Thaddeus Hill diseñó y patentó, entre otras cosas, la primera máquina de escribir eléctrica, así como lo que podríamos considerar el primer sintetizador de la historia: el Telharmonium, a veces también conocido como Dynamophone. El dispositivo electromecánico original tenía ya serios inconvenientes: pesaba unas siete toneladas y transportarlo requería de varios coches.
Sucesivas mejoras a lo largo de diez años desembocaron, en 1907, en el modelo final, que pesaba unas doscientas toneladas y ocupaba una habitación entera llena de cables y altavoces. El Telharmonium usaba unas ruedecillas fónicas para generar sonidos musicales, que eran amplificados mediante tubos cónicos. Su teclado tenía 36 notas por octava, que podían afinarse para adaptarse a diferentes tipos de entonación. Los testimonios de la época dan fe de la pureza de su sonido y de su facilidad para imitar el timbre de instrumentos orquestales como la flauta, el clarinete o el violoncelo. A pesar de su validez artística, su peso, talla y consumo energético contribuyeron a hacer el Telharmonium inviable económicamente y a la larga empujaron a Cahill a la bancarrota.
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